Bueno amigas y amigos, ya acabó el curso escolar, y apareció la revista Corazón Inquieto que con tanta ilusión realizan entre el cole y la asociación de padres.
No quiero continuar sin felicitar a Miguel Ángel López Burgos y a Sor Raquel Vaquero por su magnífico trabajo en la confección de dicha revista.
En ella aparece un artículo en que se pretende resumir el final del Camino Francés que culminamos en septiembre y la peregrinación por el de San Salvador y Primitivo que hemos realizado este curso.
Para aquellos que no han tenido acceso a la revista transcribo aquí dicho artículo:
Santiago de Compostela y San Salvador de Oviedo
Y así, paso a paso, metro a metro y etapa tras etapa, completamos el Camino Francés que nos llevó a Santiago de Compostela.
Pero no solo completamos el camino geográfico. Cada uno de los peregrinos llevábamos en nuestro interior un camino personal marcado por nuestras creencias, por nuestros anhelos, por nuestra vivencias personales y por las que querríamos vivir… y por la magia del camino que va labrando en las personas los dones y las dotes necesarios para llamarnos peregrinos. Marcas éstas que quedan labradas a fuego en lo más íntimo de cada ser.
Y además del camino geográfico y del camino personal, vivimos el camino que unió al grupo a cada uno de los peregrinos.
Lo que al principio fue un grupo de Padres, Profesores, Alumnos y Exalumnos del Colegio, pronto se convirtió en un grupo homogéneo de peregrinos unidos en el mismo afán, cómplices en el esfuerzo y en el desfallecimiento, incansable aun cuando las fuerzas flaqueaban.
Una experiencia de grupo imposible de olvidar.
La entrada, todos juntos, en la plaza del Obradoiro desató en nosotros un cúmulo de sensaciones difícil de narrar. Allí hubo besos, abrazos, risas, lágrimas… y un estallido de felicidad en el alma que hablaba de la satisfacción del deber cumplido.
Recogimos nuestra Compostelana y asistimos a la misa del peregrino donde, además, se nos dio la bienvenida expresa al grupo de peregrinos del Colegio San José Agustinas de León.
No se aún muy bien porqué, pero cuando al final de la misa el Botafumeiro volaba de lado a lado del crucero de la catedral, pude comprobar cómo éramos muchos los peregrinos que dejábamos deslizar una lágrima por nuestras mejillas.
Tras unas horas de celebración en Santiago regresamos a León trayendo en nuestra mente el dicho ya aprendido por todos: “Quien va a Santiago y no va a El Salvador, sirve al Criado y no sirve al Señor”.
Así que apenas un mes después, desde la misma puerta del colegio, nos dirigimos a la plaza de San Marcos, km cero del camino que nos llevaría a Oviedo, a la catedral de El Salvador.
Algunos peregrinos del primer camino no pudieron o no quisieron continuar. Y doy fe de que se las ha echado de menos. Otros han ocupado sus lugares y el grupo volvió a caminar unido y dinámico, esta vez entre montañas y valles astur-leoneses.
En esta ruta no tuvimos la suerte que tuvimos en la anterior: mucha lluvia, nieve, lesiones, gripes… pero ¿por qué nos llaman cazurros? El grupo, a pesar de todas las inclemencias, siguió caminando y empujando a los peregrinos hasta que un domingo llegamos a Oviedo y nos postramos a los pies de El Salvador, radiantes de felicidad y satisfechos de haber sido más fuertes que los tropiezos que nos encontramos.
Ahora vamos otra vez en dirección a Santiago, esta vez por el Camino Primitivo, aquel que instauró Alfonso El Casto en el siglo IX y del que fue el primer peregrino.
Que El Santo y El Salvador nos proporcionen
¡BUEN CAMINO!
Nunca se agradecerá a Miguel Estrada suficientemente sus desvelos y sinsabores, su capacidad de organización y liderazgo, pero quiero manisfestarle en estas lineas el agradecimiento de todos los que con él hemos caminado.
También el agradecimiento a todos los peregrinos que han caminado en el grupo, que han compartido los buenos y malos momentos, la lluvia y el frío, las subidas y bajadas, el sol y la bota de Cesar… Sin todos y cada uno de ellos no hubiera sido posible. Gracias.
Gracias a José Antonio A. Salan, el Presidente de nuestra Asociación de Padres, por su llamada al Cabildo de la Catedral de Santiago por la que tuvimos tan agradable mención en la Misa del Peregrino.
También nuestro agradecimiento a todas las personas que cada etapa nos preguntan cómo vamos, dónde llegamos, qué tal las piernas y las lesiones. Sus palabras de aliento también viajan con nosotros.
Pedro Redondo
Padre y peregrino